¿Qué es un quiste maxilar?
Un quiste es una bolsa cerrada con una membrana propia que crecen anormalmente en una cavidad o estructura del nuestro cuerpo. Los quistes maxilares son lesiones benignas que se desarrollan en la raíz de los huesos maxilares. Estas cavidades tienen forma de bolsa o saco y están cubiertas por epitelio y restos odontogénicos y dentro contienen material (generalmente líquido, células o aire).
Los quistes maxilares se clasifican según su origen:
- Quistes odontogénicos: están relacionados con alguna estructura dentaria. Puede ser un quiste gingival infantil, queratoquiste odontogénico, quiste dentígero (folicular) o quiste de erupción.
- Quistes no odontogénicos: no están relacionados con estructuras dentales, tales como el quiste del conducto naso palatino, quiste nasolabial (nasoalveolar), quiste glóbulo maxilar, etc.
- Quistes inflamatorios: se originan en los restos epiteliales odontogénicos y son consecuencia de una inflamación crónica. Por ejemplo: quiste radicular (apical, lateral, residual) y quiste paradental (colateral inflamatorio, bucal mandibular infectado).
Una de las grandes particularidades de un quiste maxilar es que no duele y por eso en generalmente pasa desapercibido para el paciente. Generalmente, es necesario realizar una radiografía para diagnosticar esta patología que se manifiesta a través de una zona oscura en el hueso.
Si embargo, en el caso de que el quiste tenga tamaño considerable, suele provocar abombamiento de la estructura ósea, infección de la misma o movilidad en los dientes.
¿Cómo se pueden prevenir los quistes maxilares?
La clave para reducir el riesgo de sufrir quistes maxilares es la prevención. Aquí te enumeramos las principales recomendaciones
- Mantener una buena salud bucodental: En la mayoría de los casos, los quistes tienen un origen dental, por lo que manteniendo una adecuada salud bucodental, limitaremos la aparición de infecciones que puedan conducir a quistes.
- Extraer los cordales incluidos: Eliminar los cordales incluidos (muelas de juicio retenidas) no solo reduce la posibilidad de tener quistes maxilares, sino que también disminuye el riesgo de caries, infecciones, deterioro de dientes y encías, apiñamiento dental, pérdida de hueso y tumores.
- Conocer los síntomas: Aunque este tipo de quistes no suele provocar dolor durante su desarrollo temprano, sí puede presentar síntomas como movimiento dentario, dolor, y inflamación e incluso pueden aparecer fístulas en la encía (canales por donde sale el pus de la infección).
- Acudir al especialista: Si detectas uno de los síntomas anteriores o crees que puedes haber desarrollado un quiste, la mejor solución es que un profesional haga un diagnóstico. La detección temprana facilitará el tratamiento y evitará las complicaciones.
Si crees que puedes estar desarrollando o ya tienes un quiste maxilar, un diagnóstico detallado no es solo necesario para su eliminación, también lo es para evitar futuras proliferaciones.
A pesar de que su crecimiento es lento, es recomendable evitar que los quistes maxilares alcancen un gran tamaño. El tratamiento habitual de todos los quistes de denomina enucleación, y consiste en la extirpación de la lesión despegándola del hueso. La eliminación completa del quiste permite el examen histopatológico de la lesión en su totalidad.
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